Donde hay una madre, hay ternura. Sor Antonieta Böhem fue una religiosa de la Hijas de María Auxiliadora de origen alemán, que entregó su vida y su vocación misionera en varios países de América y sus últimos años en México; mujer de rostro alegre y de profunda esperanza y vida de oración; querida y conocida porque intercedía ante la Virgen Auxiliadora, por el bien y por la salud de los demás y que dirigía a tantas almas que acudian a ella buscando alguna orientación espiritual; tan profunda era su vida espiritual que ya en sus últimos años se le señalaba como una verdadera “santita”.
Una joven madre de familia (lo contará a la Madre General de las Salesianas, años después), preocupada por la salud de su pequeño hijo que debía ser operado y ante el riesgo de no superar la operación, acudió a Sor Antonieta pidiéndole que intercediera ante la Virgen. Ella, sor Antonieta, consoló a la mamá, diciéndole que era necesario que operaran a su hijo, pero que no se preocupara, la Virgen cuidaría del bebé.
El niño fue operado y después de su recuperación, la joven mamá fue a recibir al bebé señalando que era la madre del niño; pero cuál no sería su sorpresa que tuvo grandes dificultades y problemas para que se le entregaran, pues todos aseguraban, tanto las enfermeras como los doctores que ella, esta señora, no era su mamá, pues ellos vieron a la mamá y atestiguaban que siempre vieron una señora que creían fuera su madre y la describían como una mujer alta, rubia y de ojos grandes pero con una mirada amable que se encontraba en todo momento con el bebé”.
Ayer el Papa Francisco presentaba a María diciendo que: “María inaugura “la revolución de la ternura” inaugurada por su Hijo Jesús. “Donde hay madre, hay ternura”.
“Esa mirada que nos enseña que tenemos que aprender a cuidar la vida de la misma manera y con la misma ternura con la que ella la ha cuidado: sembrando esperanza, sembrando pertenencia, sembrando fraternidad”
P. Salvador Murguía sdb