Enamórate de tu hijo

Enamórate de sus ganas de estar contigo.
Enamórate de su necesidad por tus brazos.
Enamórate de su forma de expresarse.
Enamórate de las cosas que piensa.
Enamórate de su obsesión por esa playera, esa pijama, ese vestido.
Enamórate de su amor por los dinosaurios, por los carritos, por las muñecas.
Enamórate de cada parte de su cuerpo. Observa sus pies, sus manos, sus ojos. Conócelos bien.
Enamórate de su olor.
Enamórate de cuidarle sus miedos.
Enamórate de sus alegrías para que sepas cómo sorprenderlo.
Enamórate de su forma de ver el mundo.
Enamórate de los recuerdos que estás creando en él.
Enamórate de cómo suena la palabra “‘mamá” “papá “con su voz.

Conócelo bien y disfrútalo. 
En la crianza los días son muy largos, pero recuerda que los años son muy cortos.

– Del muro de Psicoeducar
– Ilustración de Bethany Stancliffe

La revolución de la ternura

ternura

Donde hay una madre, hay ternura. Sor Antonieta Böhem fue una religiosa de la Hijas de María Auxiliadora de origen alemán, que entregó su vida y su vocación misionera en varios países de América y sus últimos años en México; mujer de rostro alegre y de profunda esperanza y vida de oración; querida y conocida porque intercedía ante la Virgen Auxiliadora, por el bien y por la salud de los demás y que dirigía a tantas almas que acudian a ella buscando alguna orientación espiritual; tan profunda era su vida espiritual que ya en sus últimos años se le señalaba como una verdadera “santita”.

Una joven madre de familia (lo contará a la Madre General de las Salesianas, años después), preocupada por la salud de su pequeño hijo que debía ser operado y ante el riesgo de no superar la operación, acudió a Sor Antonieta pidiéndole que intercediera ante la Virgen. Ella, sor Antonieta, consoló a la mamá, diciéndole que era necesario que operaran a su hijo, pero que no se preocupara, la Virgen cuidaría del bebé.

El niño fue operado y después de su recuperación, la joven mamá fue a recibir al bebé señalando que era la madre del niño; pero cuál no sería su sorpresa que tuvo grandes dificultades y problemas para que se le entregaran, pues todos aseguraban, tanto las enfermeras como los doctores que ella, esta señora, no era su mamá, pues ellos vieron a la mamá y atestiguaban que siempre vieron una señora que creían fuera su madre y la describían como una mujer alta, rubia y de ojos grandes pero con una mirada amable que se encontraba en todo momento con el bebé”.

Ayer el Papa Francisco presentaba a María diciendo que: “María inaugura “la revolución de la ternura” inaugurada por su Hijo Jesús. “Donde hay madre, hay ternura”.

“Esa mirada que nos enseña que tenemos que aprender a cuidar la vida de la misma manera y con la misma ternura con la que ella la ha cuidado: sembrando esperanza, sembrando pertenencia, sembrando fraternidad”

P. Salvador Murguía sdb