Los deseos del corazón

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En la vida interior de toda persona, hay algo que atrae para mantener fuertemente en una mano los viejos y cómodos estilos de vida, mientras en la otra mano, suplicas a Ti mismo, a la gente y a Dios que te ayude a cambiar, a superar y a buscas nuevas comportamientos que te hagan mejorar. Aspirar a lo mejor de la vida. Algo de esto lo vivimos cuando iniciamos una etapa, un año o una nueva experiencia de vida.
Mejorar cada día es ciertamente una conversión; pero la conversión es algo que no puedes regalarte a ti mismo. No es cuestión de fuerza de voluntad. Tienes que confiar en la voz interior que te muestra el camino. Conoces esa voz. Te miras en ella todos los días y muchas veces al día. Poner atención constante a la voz interior te convertirás a una nueva vida libre y gozosa.

Teresita del Niño Jesús; esta muchacha que vivió una vida como la que vivimos nosotros o tal vez más sencilla y muy humilde y que alcanzó la madurez a tan corta edad, se planteaba estas mismas reflexiones en su interior y las lograba escribir.

“Mi constante deseo ha sido llegar a ser santa; mas, por desgracia, cuantas veces me he comparado con los santos, he comprobado que existe entre ellos y yo la misma diferencia que notamos entre una montaña cuya cumbre se pierde en las nubes y el humilde grano de arena pisoteado por los caminantes.
Pero en vez de desalentarme, me digo que es imposible que Dios inspire deseos irrealizables, y que, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Me es imposible engrandecerme; debo soportarme tal como soy, con mis innumerables imperfecciones; pero quiero buscar el modo de ir al cielo por un caminito bien recto, bien corto, un caminito del todo nuevo.
Estamos en el siglo de los inventos y quisiera encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús. He buscado en los Libros Santos y he leído: «Si alguien es muy pequeño, que venga a mí». 
Me acerqué, pues, a Dios y adiviné que había encontrado lo que buscaba. Por eso no necesito crecer, sino al contrario, quedar pequeña, achicarme cada vez más”.

El año de la Misericordia es una invitación a mirar nuestra vida con más profundidad y a disfrutarla con mayor libertad.

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